Lago de Tota: un año de espera

Tomado de el Editorial del elespectador.com 30 Dic 2012

El Espectador en el Editorial de su edición digital trata el tema de nuestro Lago.

Si bien el 2012 marcó un punto de no retorno por la conciencia ciudadana, no así por su gestión, que sigue a la espera de decisiones sustanciales, para evitar lo más probable: que el lago de montaña más importante de Colombia siga transitando por la senda de un cambio ecológico irreversible.

Este año fue testigo de cómo los representantes de la sociedad civil y los analistas autorizados han avanzado sustancialmente en la propuesta, para que en este lago sus ambientes anfibios circundantes sean reconocidos como un humedal de importancia internacional dentro del marco de la Convención Ramsar.

Este acuerdo internacional, hace tiempo ratificado por Colombia, es hoy prácticamente inaplicable, por la menor prioridad que reciben los temas ambientales frente a la locomotora minera y petrolera. Para que un ecosistema colombiano sea sitio Ramsar, se requiere un aval de los representantes del sector minero y energético en el Gobierno. Y el aval no llega.

“Tota, sitio Ramsar” es una causa que tiene respaldo en algunas instancias del Gobierno y que cuenta con una exigencia firmada por miles, entregada al Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible el pasado 20 de diciembre. Hasta hoy, ninguna respuesta.

Es una oportunidad de gestión ambiental moderna en proceso de perderse, pues la falta de una gestión proactiva hacia la solución contundente de los problemas de este lago, como son los excesivos usos de la tierra en la cuenca y la contaminación de las aguas, está ya produciendo polarización entre los actores interesados en su conservación y aquéllos vinculados con los legítimos intereses económicos.

A falta de buena información, se ha generado, además, confusión en torno al significado de la inclusión del sitio en el mencionado acuerdo internacional. Porque para Ramsar los humedales deben manejarse manteniendo su carácter ecológico, es decir, que sigan siendo ecosistemas sanos —que beneficien a todos— y con un uso inteligente de sus recursos y bienes ambientales asociados —que no perjudiquen a nadie—.

Lo primero que hay que hacer es formular bien el problema. Porque no se trata de prohibir las actividades económicas o de romperse la cabeza para definir una ronda de protección, cuando se sabe que este tipo de herramienta no sería suficiente para detener los procesos de contaminación que hoy están en toda la cuenda del lago.

Hay que construir un delicado equilibrio económico-ecológico en la cuenca del lago. Sin embargo, ¿están presentes en las discusiones quienes mejor conocen la ecología de los lagos y la biodiversidad? Volvemos aquí a señalar que en este caso el Instituto Humboldt podría jugar un papel central. La Red Mundial de Humedales ha venido contribuyendo positivamente, al llamar la atención sobre el estado del lago; y no porque se trate, como se interpretó en su momento, de uno de los humedales más deteriorados del mundo. Pero, si las cosas no cambian, Colombia y el mundo podrían estar ad portas de perder la calidad, importancia y belleza de un lago irreemplazable.

El mejor manejo que se le puede dar a los lagos es la aplicación del principio de precaución. La reacción ante el deterioro ambiental en estos sistemas se presenta, como siempre, cuando ya es demasiado tarde. Basta con mirar a Fúquene, el otro gran lago del norte de los Andes, frente al cual seguimos todos los días perdiendo opciones de buen gobierno. En 2013 se espera una respuesta contundente del Ministerio del Ambiente y el Desarrollo Sostenible. Todavía estamos a tiempo.

Califica
Esta entrada ha sido leída: [post_view] veces

Deja un comentario